TESTIMONIO DE UNA MUJER INCREIBLEMENTE CLARA

 

“Soy Nora Morales de Cortiñas, cofundadora e integrante del movimiento de Madres de Plaza de Mayo- Línea Fundadora. Tengo 88 años. Nací en Buenos Aires, Argentina. Parí dos hijos. Uno de ellos, Gustavo, está desaparecido. No hace mucho tiempo atrás, murió mi esposo. Mi matrimonio duró 50 años. Yo fui una mujer tradicional, una señora del hogar. Me casé muy joven. Mi marido era un hombre patriarcal, él quería que me dedicase a la vida familiar. En ese entonces yo era profesora de alta costura y trabajaba sin salir de mi casa, enseñándole a muchas jóvenes a coser. Vivía todo muy naturalmente, como me habían educado mis padres.

 

Sabía de la militancia política de Gustavo y de su trabajo solidario en barrios humildes. Él no nos ocultaba nunca nada. Se casó siendo un muchacho, cuando estudiaba Ciencias Económicas en la Universidad de Buenos Aires. Tenía 24 años, una esposa y un hijo muy pequeño. Lo desaparecieron el l5 de abril de 1977. (…)

 

Perder un hijo es siempre una tragedia pero hay que elaborarlo para no quedar prendida en ese laberinto y poder ayudar a quienes están en la misma situación. La soledad nunca es una buena receta si se quiere saber la verdad. Siempre se consideró que el duelo debía hacerse de puertas para adentro. Antes, las mujeres se encerraban en su dolor y quedaban prisioneras de la angustia. Vivían la pérdida con resignación. Si no me equivoco, la escritora Nicole Loreaux es la que cuenta que siempre existió una relación estrecha entre el duelo y las mujeres. Ella dice que en la antigüedad, el duelo tenía lamento femenino pero la sociedad no la quería escuchar y el orden político no quería ser puesto a prueba por ese grito de dolor. Por eso todo era intramuros.

 

Actualmente con los grupos, las mujeres se fortalecen, se sienten útiles y descubren que el horror es algo que no sólo le pasa a ellas sino también a muchísimas otras. (…)

 

Nosotras ya no somos madres de un solo hijo, somos madres de todos los desaparecidos. Nuestro hijo biológico se transformó en 30.000 hijos. Y por ellos parimos una vida totalmente política y en la calle. Los seguimos acompañando, pero no de la misma manera como cuando estaban con nosotras: revalorizamos la maternidad desde un lugar público. Somos Madres a las que se nos sumó un nuevo rol y en muchos de los casos no estábamos preparadas para ello. Transmitimos algo más de lo que antes le transmitíamos a nuestros hijos: el espíritu de la lucha y el compartir otras luchas

 

Azucena Villaflor fue la que lanzó nuestra proclama inicial: “Todas por todas y todos son nuestros hijos”

 

(…) Desde el principio siempre fuimos mujeres. Quizás, el horario elegido no permitió que los hombres nos acompañasen por sus obligaciones laborales ¿Por qué elegimos jueves? Fue una decisión azarosa. Una madre contó que en la tradición popular los días que se escriben con R traían mala suerte: entonces quedaba sólo lunes y jueves. El primero era imposible ya que nosotras teníamos tareas pendientes del fin de semana por ser amas de casa . Por ejemplo, lavar la ropa. Entonces decidimos por el jueves. Y en cuanto a la hora, se eligió el momento de mayor concentración de gente justo a la salida de sus oficinas. Así fue nuestro comienzo: rondar los jueves a las 15,30. (…)

 

Al principio muchísima gente nos miraba con cierto recelo. En los primeros años estábamos muy solas. Nadie rondaba con nosotras. (…) Incluso nos costó mucho compartir ese espacio de resistencia con las feministas. Ellas comenzaron a venir a la Plaza de Mayo a principio de los ochenta. A las Madres, estas nuevas ideas sobre el ser mujer nos producía confusión y temor y no siempre fueron bien interpretadas. A muchas nos resultaba muy difícil descubrir el carácter patriarcal de la maternidad. Hay que comprender que nuestra identidad como movimiento fue configurada a partir de ese rol tradicional.

 

Nuestra causa ya no es sólo la búsqueda de nuestros familiares sino también la conquista por la liberación de las mujeres, el respeto a la libre determinación del cuerpo, a las minorías de opción sexual, religiosas y culturales. Es doloroso decir que el desprendimiento de la vida doméstica y privada y el salto a la vida pública se llevó a cabo porque tu hijo/a está desaparecido/a. Pero ya no se vuelve atrás”.

 

(Testimonio extraído del ensayo “El Movimiento de Madres de Plaza de Mayo” de Mabel Bellucci en Fernanda Gil Lozano y otras compiladoras)